
Procesos de descentralización administrativa como los que han llevado a
cabo durante las últimas décadas la mayoría de nuestros países suelen ser
ocasión para un relativo incremento en la valoración de características
regionales y locales, así como para decisiones internas de instituciones y
comunidades educativas.
Sin embargo, la experiencia centralista homogeneizante de muchos años no
se rompe sólo por decisiones políticas. Aunque la lengua no es la cultura sino
uno de sus aspectos, es posiblemente el más visible y, por tanto, más allá de
ella lo que se hace en relación con la diversidad suele limitarse al plano en
que maestro y alumnos comparten en forma espontánea pautas inconscientes.
El relativo auge de las tendencias regionales y locales en el marco de
procesos de descentralización no significa por sí mismo énfasis intercultural,
especialmente cuando la diversidad no es tematizable en forma tan clara como
ocurre con la lengua.
Podría también pensarse que la diversidad no tiene que considerarse,
necesariamente, entre culturas regionales sino entre paradigmas como urbano y
rural. En este caso, habría que pensar en caracterizaciones más precisas que
los lugares comunes, simplificaciones también homogeneizantes, del tipo «urbano
equivalente a moderno y letrado; rural equivalente a arcaico y oral».

No hay comentarios.:
Publicar un comentario